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La Ceguera Nocturna implica que una persona tiene dificultad para ver de noche o en ambientes poco iluminados. Uno no es completamente ciego, sino que por alguna causa su visión no es buena cuando hay poca luz. A continuación explicamos qué problemas visuales o enfermedades pueden provocar este síntoma. En situaciones de poca iluminación es normal que percibamos los colores de manera diferente. De hecho cuando estamos a oscuras todos nos volvemos daltónicos y difícilmente percibimos los colores.

Esto se debe a que una escasa cantidad de luz sólo activa las células fotorreceptoras llamadas bastones. Dichas células nos permiten ver en blanco y negro, así como en una amplia gama de grises.

Para intentar ver mejor en la oscuridad la pupila se dilata, pero cuanto más aumenta el diámetro de apertura mayor es la aberración esférica. Por esta razón las personas con pupilas grandes de noche suelen ver halos y destellos entorno a los focos de luz.

Si además hay alguna anomalía en nuestro sistema visual podemos tener visión borrosa o tener serias dificultades para percibir los detalles.

La ceguera nocturna afecta tanto a la adaptación como a la capacidad para desenvolverse en situaciones poco iluminadas. Las características o signos de la ceguera nocturna más comunes son: dificultad para adaptarse a los cambios de iluminación, por ejemplo al entrar en una habituación a oscuras o al conducir por túneles, dificultades para conducir de noche o al atardecer, problemas para reconocer a las personas cuando no hay suficiente luz.

En general, dificultad para ver nítido en situaciones poco iluminadas, lo que puede dar lugar a tropiezos y caídas.

La ceguera nocturna o nictalopía no es una enfermedad, sino un síntoma de algún problema visual. Si cualquier persona tiene menos visión cuando oscurece, el paciente con ceguera nocturna no es capaz de ver bien.

Las propiedades beneficiosas del "ARÁNDANO" (Vacinnium myrtillus) para la vista se empezaron a atisbar prácticamente de casualidad durante la segunda guerra mundial, cuando los pilotos de aviones ingleses notaron que, luego de comer mermelada de arándanos, su visión y precisión durante las incursiones y operativos nocturnos mejoraba notablemente. Pero claro, recién unos años más tarde pudo conocerse el agente que producía esta mejora.

Las antocianinas son unos flavonoides que contienen los frutos de arándanos; un potente antioxidante que actúa particularmente sobre los tejidos de la retina, ayudando a reparar las lesiones que se producen sobre ella, reparando sus células nerviosas y aumentando el caudal sanguíneo dirigido al ojo.

Al mismo tiempo protege el colágeno y conserva mucho mejor la rodopsina, una proteína que se encarga de captar la luz.

De esta forma, los arándanos son buenos para mejorar problemas de la vista como ser el astigmatismo, problema sobre el que actúa disminuyendo la presión sobre los capilares del ojo. También actúa sobre las cataratas, especialmente combinando el tratamiento con suplementos de vitamina E.

Es destacable que el arándano ayuda también a prevenir glaucomas, ya que protege el colágeno y evita su flaccidez, asegurando la salud de la retina y tratando incluso casos de desprendimiento. Se sabe a la vez que el arándano funciona particularmente bien en casos de ceguera nocturna; es decir personas cuyos ojos no se adaptan correctamente a las condiciones en las que hay poca luz.
(Fuente: http://www.plantasmedicinales10.com/articulo/arandano-vista.html)