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Levantarse con rigidez en las articulaciones y tenerlas a menudo hinchadas, sufrir dolor, problemas de movilidad o debilidad muscular, tener fiebre a menudo... Son los síntomas más característicos de la artritis, una patología de origen desconocido.

Aparece cuando la membrana sinovial se inflama y produce un exceso de líquido, lo que acaba erosionando el hueso. En sus casos más graves puede desembocar en la deformidad o la destrucción de la articulación e incluso afectar a otros órganos.

Aunque la artritis reumatoide se considera minoritaria, se estima que más de 200.000 personas padecen esta enfermedad inflamatoria crónica. Y dos de cada tres afectados son mujeres de entre 30 y 50 años.

Algunos de los síntomas son: rigidez matutina. Existe una gran dificultad para mover la articulación cuando la persona se levanta por la mañana que dura, al menos, una hora. Además, se nota hinchazón, calor y enrojecimiento. A medida que avanza el día y la persona se mueve baja el dolor, pero se intensifica con el reposo.

Otro síntoma son dedos hinchados: La artritis reumatoide suele manifestarse primero con hinchazón en articulaciones pequeñas como los dedos de las manos, pero también puede afectar a rodillas, muñecas... Y a menudo el dolor se "contagia" al otro lado del cuerpo.

Otras artritis menos habituales son la infecciosa. También llamada séptica, aparece cuando la inflamación de la articulación la provoca un germen (virus, bacterias, parásitos u hongos). La membrana sinovial se inflama y la articulación puede llegar a supurar. También la psoriásica. A pesar de que la psoriasis es un trastorno básicamente cutáneo, una tercera parte de los pacientes que sufren esta patología de la piel tienen las articulaciones afectadas en forma de artritis crónica. Microcristalina. La más típica sería la gota, que suele manifestarse por la inflamación del dedo gordo del pie por depósitos de cristales de ácido úrico en las articulaciones. Surge de forma intermitente, pero si no se trata se puede hacer crónica. En el cuerpo se hallan los proteoglicanos, que actúan como especie de cuerda encargada de envolver al colágeno. Su importancia radica en el hecho de que son capaces de lubricar el colágeno almacenando varias veces su peso en agua.

Ahora bien, si el cartílago se encuentra maltratado o dañado los filamentos que corresponden a tales “cuerdas” comienzan a debilitarse haciendo que el colágeno pierda su fuerza y que los proteoglicanos no se sujeten, lo que se traduce en que el tejido del cartílago no sea capaz de amortiguar los golpes agrietandose por completo.

De allí se derivan numerosos dolores y enfermedades como la artrosis, y es en dicho aspecto donde la “GLUCOSAMINA” juega un aspecto fundamental en los proteoglicanos, los cuales aman el agua. En vista de ello, actúa como estímulo primordial para potenciar el aceleramiento en las células encargadas de producir los proteoglicanos, siendo este elemento (la glucosamina) un factor clave en la determinación de la cantidad de proteoglicanos producidos en las células.

Numerosos estudios han informado que la glucosamina normaliza de forma significativa el metabolismo del tejido cartilaginoso para que este no se desgaste. Puesto que supone un importante elemento del organismo, es capaz de reparar los tejidos que forman parte de los cartílagos potenciando los mecanismos de curación naturales.

(Fuente: https://www.colageno.info/glucosamina/)